El invierno limeño se torna cada vez más gris y decidimos enrumbar hacia el verde Tarapoto en busca de un poco de calor y luz amazónica. Y desde que pisamos suelo selvático, además del bochorno, nos invade una relajada atmósfera, mientras nuestro mototaxi –y un centenar de otros más- zumban a nuestro alrededor.
Directo vamos a La Patarashca, el alojamiento que nos han recomendado -los bungalows están cómodos y frescos-, y luego de dejar nuestras cosas, directo al mercado, donde rodeados de chorizos y cecinas, nos ofrecen lo mejor del sabor local: jugos de frutas exóticas -cocona, camu camu, aguaje, poma rosa, entre otros que no recordamos- que aprovechamos para disfrutar y conocer sus novedosas combinaciones.
Luego de dar una vuelta de reconocimiento por la Plaza de Armas –donde se pueden contratar tours a los sitios turísticos más populares- regresamos al hotel para iniciar nuestro itinerario de viaje, que tenemos semi armado gracias a nuestro amigo Alfonso Altet, quien conoce Tarapoto como la palma de su mano.
Luego de una suculenta Patarashca Mixta –paiche con camarones en hoja de bijao- en La Collpa, tomamos un mototaxi al Centro de Rescate de Animales URKU, una institución que se dedica a rescatar especies decomisadas para insertarlas nuevamente en su hábitat. Allí pudimos conocer nuevos amigos como el paujil, la pukakunga –un ave de cuello rojo-, una pareja de monos nocturnos muy pateros, un águila viuda y hasta un tapir. Con los sentimientos encontrados –siempre es duro ver animales silvestres en cautiverio- trepamos al mototaxi nuevamente para ir al paradero de los colectivos a Lamas –ponerse en fila y subir corriendo apenas llega uno-, a 22 km de Tarapoto.
Lamas
La carretera serpentea por las verdes colinas que rodean la ciudad y luego de un trayecto plagado de blancas nubes y rayos resplandecientes, el amable chofer nos deja en el Mirador de Lamas (860 msnm), desde donde se puede apreciar la Cordillera Azul y el valle del río Mayo en toda su amplitud.
Considerada la Capital Folklórica de la Amazonía peruana -en reconocimiento a su contribución a la historia nacional, así como por su patrimonio cultural, folklórico y turístico-, Lamas es una de las ciudades más antiguas del oriente y su población data de tiempos inmemoriales, como lo prueba el Poblado Menor Kechwa Wuayku –más conocido como barrio de Wayku-, habitado por descendientes Pocras y Hanan Chancas, quienes aún hablan el idioma kechwa lamista, una variante chanca o ayacuchana del quechua con mezcla de lenguas cahuapanas. En la parte alta de la ciudad vive la población mestiza.
Va cayendo la tarde y de camino a Wayku pasamos por el imponente Castillo de Lamas donde aprovechamos para comernos un heladito artesanal de La Muyuna –uno de guanábana con pecana espectacular- y descansar un poco, pues el calor es inmisericorde. Declinamos de hacer el tour por el Castillo y continuamos cuesta abajo por estas pistas de barro rojizo donde los niños juegan en la calle, mientras paulatinamente las casas van cambiando a estas construcciones hechas de tapial con techos de palma o tejas, sin ventanas y con una puerta central –para impedir el ingreso de energías negativas-, características del barrio de Wayku.
Luego de visitar las distintas tiendas de artesanías de Lamas, caminamos al paradero –ubicado frente al Castillo- para volver a Tarapoto, donde rematamos el día tomando unos tragos en el conocido Stonewasi para prepararnos para las excursiones de los siguientes días: Sauce, las cataratas de Huacamaillo y San Roque de Cumbaza.
Datos
Tarapoto está a 1 hr de Lima en avión. Hay transporte público a los diferentes atractivos turísticos, si bien también es posible contratar tours desde la Plaza de Armas.
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